27 oct 2008

Damien HIRST, héroe o villano.


Con sólo nombrarlo salta la polémica, la refriega entre los que en sus obras ven la genialidad plasmada en materiales, pequeños frascos estratégicamente colocados en una estantería, animales perennes sumergidos en formol y hasta una calavera decorada con más de 8.000 diamantes que la recubren por completo y con la que consiguió la más que interesante suma de 74 millones de euros, y los que consideran que el tal Damien Hirst no es más que un bufón con suerte en este loco mundo de apariencias y figurantes que es el mercado artístico. Pero qué duda cabe de que como refleja la revista The ArtReview en su ranking anual de los hombres y mujeres más influyentes del mundo del arte, este artista de Bristol es a día de hoy la referencia número uno, desplazando hasta el octavo puesto al máximo accionista de la todo poderosa Christie’s François Pinault. De modo y manera que, le pese a quien le pese, el principal valedor de los Young British Artist se ha hecho con el control no sólo del concepto de arte contemporáneo sino con el negocio multimillonario que éste produce. Hirst a parte de ejercer como artista plástico a mi parecer de grandes cualidades hace las veces de comerciante experimentado y ambicioso, llevándolo a establecer su fortuna personal en más de 300 millones de euros, muy por encima de otros notables británicos como Elton John y Mick Jagger, y díganme ustedes, ¿hoy en día venderse no es un arte?, lo es, sé que no se trata de un arte plástico, no es una maravillosa pintura de Tiziano ni un sugerente mármol de Rodin, pero les guste o no, en los tiempos que corren si no te vendes desapareces, la historia avanza y la idea del artista romántico entregado a su obra que parece estar por encima del bien y del mal, al que sólo le preocupa plasmar sus inquietudes y sueños en el lienzo, ha muerto, asesinada por el mercado, pero ha muerto y demos gracias de que el arte sea testigo de su tiempo y a cada situación le acabe sacando partido.
En definitiva, ese joven británico al que Charles Saatchi sacó de un sombrero, no nos ha ofrecido bodegones con vasos de cristal que parecen casi palpables, reales, ni paisajes que confundamos con fotos, no, ese genio británico nos ha ofrecido elementos que jamás consideramos en nuestra noción de arte, elementos que a todo hijo de vecino le infunde opinión, a favor o en contra, pero todos tenemos algo que decir, porque todos tenemos ojos y quedamos impactados con lo que vemos.
Los críticos defecaron sobre la primera exposición de los impresionistas, tacharon sus obras de aberración e insultos a los grandes artistas, así como la decadencia del arte, hoy en día los impresionistas son casi dioses, desde Monet a Juan Botas, los impresionistas son incuestionables y caminan entre nubes. El señor Damien Hirst ha empezado algo, ha dado relevancia a un concepto de arte que antes ni se contemplaba, el señor Damien Hirst dormirá por encima de Monet.

4 comentarios:

MaríaCardenalGistau dijo...

Me ha gustado mucho tu artículo.
Creo que has conseguido reflejar la mentalidad actual sobre el arte, su valor y el mercado.
No creo tampoco que haya una respuesta cerrada para el título del artículo... ¿o sí?

Sergio Oliva dijo...

Sinceramente me gustaria Damien Hirst si sus obras estuvieran en un museo de ciencias naturales o en una exposición temporal de joyeros. No soy partidario de poner límites a los términos, porque éstos se modulan, se ensanchan a lo largo del tiempo, por eso, entiendo que Hirst pueda ser considerado un artista. Pero el precio que se paga por sus obras hace que uno se sienta defraudado al pensar que el concepto romántico del arte ha muerto de la mano de la corriente conceptual. El contenido es muy importante, pero si el continente no acompaña, la obra de un niño de 2 años firmada por Hirst, valdría hoy más que las Meninas de Velazquez.

Unknown dijo...

La verdad es que estoy de acuerdo contigo, es más, creo que Damien Hirts en sí mismo es una acción artística, es decir, evidentemente el no vende tan solo sus objetos, de los cuales se desprende más en concepto que el soporte material de escasa relevancia (exceptuando la calavera, claro está), como todo lo que rodea a su persona. La espectación que crea en el contexto en el que se mueve, sus polémicas ventas y los desorbitados precios, incluso las habladurías de los "expertos en la materia" que tratan de discernir si su producción la podemos considerar arte o no, forman un conjunto que es en sí mismo una accción artística global. Este punto creo que es el epicentro en cuestión de la reflexión a cerca de Hirts, ya que creo que nos encontramos plenamente ante un artista de su tiempo, ya que encarna de forma suprema esta fusión mercantil-artística que actualmente va indisulublemente ligada al ser artístico. Para los que no están muy convencido de ello: olvidaros de la figura romántica del pintor con sus lienzos y óleos, eso ya pasó a la historia!!!!! (y no digo a la historia de forma despectiva, sino todo lo contrario, ya que estos maestros podemos estudiarlos desde el punto de vista de la historia del arte)

Anónimo dijo...

Heroe sin duda alguna y villano, por supuesto.
Me encanta Damien Hirst,activa en mi la capacidad de sorprenderme e inquietarme ante su obra.
¿HAY ACASO MEJOR ARTE QUE ESE?